lunes, 23 de agosto de 2010

Pasión en la Sangre - Capítulo 2

CAPITULO 2 - PERSECUCION
Sasha se inclinó tratando de coger las manos de su hermano, que con un rictus de horror en el rostro desapareció engullido por la ventana. Se quedó allí de pie durante unos segundos, con la incredulidad estampada en el rostro… los habían encontrado, habían atrapado a su amado hermano, las imágenes del pasado venían a ella, pero ahora en lugar de ver los cuerpos desmadejados de sus padres, veía el de Gabriel.
Sin pensarlo dos veces y de un solo salto ingreso a través de la ventana con la resolución de una guerrera. Desenfundó la espada mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad… aunque desde hace un tiempo había notado que le era más fácil ver en la oscuridad. “Es por el entrenamiento y la práctica”, pensaba ella, pero cada vez era más y más consciente del Poder que se enroscaba en su interior, algo que había despertado hacia más o menos un año y aún no entendía el porqué.
En la esquina apartada una figura se movió, un hombre alto estaba en las sombras más oscuras, sus ojos brillaban en la oscuridad, tenía a su hermano en sus manos a manera de escudo mientras la contemplaba fijamente.
—Baja la espada, no vengo en son de pelea —dijo él con voz suave y calmada, una voz que tocó a Sasha en lo más profundo de su alma, como nadie nunca lo había hecho.
La furia hizo que Sasha temblara, una llama se extendió en su interior inundándola con el sentimiento, la prioridad era su hermano, se acomodó en la postura de un guerrero con la espada en alto, sus pies apenas rozaban el suelo mientras se acercaba amenazante hacia el extraño.
—Eso debió haberlo pensado antes de poner las manos sobre mi hermano, ¡suéltelo ya mismo! —dijo haciendo rechinar sus dientes. Sasha estaba furiosa y sabía que si continuaba así fácilmente perdería el control de sus emociones.
Gabriel la miró asombrado, otra vez sus ojos eran opalinos y su cabello se extendía alrededor de ella como si tuviera vida propia, como si un viento lo arremolinara y lo alzara por encima de su cabeza, se veía como una amazona, sus pasos parecidos a una bailarina de ballet, como agua derramándose de un riachuelo.
—Lo suelto si tu sueltas la espada y las demás armas que cargas encima —dijo el hombre sin inmutarse, su rostro duro como una piedra no mostraba emoción alguna, el Poder se enroscaba en él, tan peligroso como un león en la jungla.
—No crea en su buena suerte maldito, si no lo suelta ya, iré por usted y no le gustara nada lo que pienso hacerle, así que suéltelo –finalizó la frase con un gruñido gutural que salió de lo más profundo de su garganta.
El hombre la contempló, algo en sus ojos hizo que Sasha vacilara, era una mezcla de dolor, de ternura, de algo más que a Sasha le fue difícil de definir, era como si este hombre la conociera, pero la vida le había enseñado a ser cuidadosa, cautelosa y muy desconfiada.
—¿Quién demonios es usted?
—Deja de maldecir por un instante y baja la espada, tienes que moderar tu lenguaje jovencita, no voy a hacerles daño, sin embargo, es mejor que salgamos rápido de aquí, los “otros” vienen y no te gustaría que nos encontrarán aquí siendo nuestro número mucho menor que el de ellos.
—Mire, en primer lugar, no soy ninguna “jovencita”, ni le he dado confianza para que socialice conmigo, y en segundo lugar, ¿Quienes son “los otros”?, ¿a quienes se refiere?
—Los “Renegados”, los vampiros renegados que te han estado persiguiendo, baja el arma y movámonos, ya casi se encuentran sobre nuestras cabezas y son un gran número, si alcanzamos a llegar a un sitio seguro, no podrán hacernos nada, pero aquí estamos en peligro.
Sasha no confiaba aún en el hombre, criatura o lo que sea que fuere él, pero sentía el hedor del mal empezar a llenar el aire, y supo que le había dicho la verdad, venían un gran número de vampiros y estaban de cacería y el premio de caza era ella y Gabriel. Sasha tomó la mano de su hermano sin importarle sacarlo de los brazos de aquel hombre, salió por la ventana igual que como lo había hecho anteriormente y empezó a sondear el aire. Allí de pie vio una nube oscura venir desde el sur, la nube se movía, tenia vida propia, para su horror se dio cuenta que no era una nube, era una cantidad enorme de vampiros que se acercaban a gran velocidad.
Gabriel y el hombre ya se encontraban afuera, él trato de abrazarla pero ella se alejó de él al sentir el calor de su piel contra la suya, sintió como si la hubiera quemado, era una especie de electricidad corriendo por su cuerpo, calentando su sangre, pulsando en sus venas. Como si supiera lo que ella había sentido, él sonrió, la miró con sus negros ojos y le dijo:
—No te voy a hacer nada que tu no quieras —la atravesó con su mirada penetrante llena de algo indescifrable, —es solo que no podemos simplemente salir corriendo para librarnos de ellos, tenemos que huir de aquí rápidamente, así que ven y no nos atrases más —le dijo
A pesar de la suavidad de su voz, para Sasha sonó como un regaño y una orden, ¿que se creía este imbécil, que ella era alguien a quien podía manipular?, quiso gritarle y oponerse o aunque sea mandarle algo para romper su cabezota dura, eso la haría muy feliz, pero ante el hedor del mal que cada vez inundaba más su nariz se dejó abrazar, sin saber exactamente que iba a hacer el hombre para superar la velocidad de tantos vampiros y encima cargando con dos personas, sin embargo, él era increíblemente fuerte y los tomó a cada uno en un brazo como si no pesaran más que una pluma y con un impulso, tomo el aire volando por encima de las casas. Gabriel jadeó de manera involuntaria ante la sensación y Sasha contuvo su propio grito, solo porque su orgullo le dictó que de ninguna manera le daría a ese hombre un arma para poder utilizarla en contra de ella, y que él conociera su aversión por las alturas.
El hombre estaba totalmente concentrado en el vuelo y en escapar de los vampiros, imprimiendo una gran velocidad, así que por primera vez Sasha pudo darse el tiempo y el lujo para estudiar al enemigo: Era un hombre muy guapo, de una belleza masculina áspera y espectacular: Sus crudos rasgos marcados con un gesto de presunción y de crueldad, los ángulos de su cara eran como los de una estatua griega, casi perfectos, excepto por una cicatriz que marcaba su mejilla izquierda, pero esto sólo lo hacía ver más varonil, una incipiente barba de dos días adornaba una mandíbula cuadrada y terca, sus oscuros y hermosos ojos adornados con unas hermosas pestañas largas y negras y unas cejas bien formadas y espesas, su cabello sedoso y negro caía en ondas hasta su amplios hombros, salvaje y felino. Su cuerpo era atlético y bien formado, el ondear del viento en su camisa había logrado que los primeros botones se soltaran, dándole una buena vista de los músculos de su pecho y su abdomen. Un calor recorrió el cuerpo de Sasha ante la vista de su piel desnuda e involuntariamente tembló.
Él la sintió temblar en sus brazos y volteó sus ojos hacia ella: “Tienes frio, porque te puedo calentar”. Su voz tan suave, tenía una leve insinuación sexual cuando había pronunciado esas palabras.
Sasha no lo podía creer, él le había hablado en su mente, había derribado las barreras que cuidadosamente ella había levantado y las palabras habían resonado en su mente, más no fue eso lo que más la preocupó, lo que realmente la asustó fue la respuesta de su cuerpo ante la voz en su mente, sintió su cuerpo palpitando, hambriento, sensual. Su excitación sexual se encumbró hasta el límite, rápidamente, sin darle tiempo al raciocinio ni a un pequeño pensamiento y cuando la mano de él rozó uno de sus pechos, no supo si de manera voluntaria o involuntaria, el calor se proyectó de tal manera que sintió el orgasmo recorrer su cuerpo, allí mismo, en el aire, con el solo toque de su mano, con un montón de asesinos vampiros persiguiéndolos, con su hermano cerca, y lo peor de todo, lo había causado un perfecto desconocido.
Sasha lo observó con sus ojos muy abiertos, ¿Qué le había pasado?, el calor aún se enroscaba en su cuerpo, haciéndola desear más de algo, algo que desconocía, algo que nunca había sentido por nadie. Por supuesto que no era una completa ignorante, en los cortos tiempos en los que convivía con alguna familia, estos la habían puesto a estudiar, y tenía un montón de compañeros de estudio, algunos de ellos muy guapos, hasta había tenido una que otra cita y se había atrevido a besar a uno, sólo por la experiencia, aunque ésta no le había resultado muy buena, si hubiera besado una pared hubiera sentido más que aquella vez que besó a aquel chico.
Eso la asombraba aún más, nunca había sentido nada así por nadie, y menos por alguien al que había acabado de conocer y al que no quería conocer. Él le volvió a hablar en su mente: “¿Ahora si estas caliente?”,
Sasha observó que una sonrisa curvaba su boca, como si supiera lo que le había hecho. En su mente le envió una imagen de ella dándole una patada muy, pero muy fuerte en sus partes nobles, y lo visualizó a él retorciéndose en el piso como una ardilla, cogiéndose su paquete con ambas manos y dando alaridos de dolor.
Eso no sería nada amable de tu parte, además si me hicieras eso… después te las cobraría, aunque creo que a ti te gustaría la forma en que me cobraría tal fechoría”
Sasha le envío su mirada más asesina, al ver que él no se inmutaba, simplemente se encogió de hombros y frunció el ceño. En voz baja para que su hermano no escuchara le dijo:
—Sal de mi cabeza ya mismo y deja de querer congraciarte conmigo, no voy a caer en tu trampa, así que déjalo ya.
—En mi trampa ya caíste. Al menos ya me tienes confianza, tanta que has puesto tu vida y la de tu hermano en mis manos —dijo él con aire de suficiencia
—Maldito imbécil, bestia inmunda, pedazo de excremento, troglodita,…. —Sasha siguió murmurando toda clase de improperios, los que se sabía y hasta algunos más que se inventó en el camino.
Los vampiros los seguían muy de cerca, tan cerca que podían sentir su respiración en la nuca, el aura de maldad la ponía enferma, pero en un determinado momento Sasha sintió como si pasaran por un escudo invisible, un campo de energía, el cual hizo una leve invasión en la mente de los tres.
—Estamos pasando por el escudo de Ashleton, a partir de aquí, los renegados no nos pueden seguir. —dijo él
El hombre tomó tierra aún sujetando firmemente a Sasha y a Gabriel, lentamente liberó a Gabriel aunque aún su enorme mano rodeaba la muñeca de la mano del muchacho de forma protectora, sin embargo, Sasha se dio cuenta que a ella no la soltaba, es más, la abrazaba de forma posesiva, como si fuera de su propiedad.
Sasha se contorsionó en sus brazos, hasta pegarle un empujón que lo hizo alejarse de ella. Sin embargo, él volvió a tomarla por la cintura con más fuerza aún.
—No es buena idea soltarte mi niña, así que quedémonos un rato así.
—No se si no me he hecho entender, pero NO-SOY-UNA-NIÑA, y no tienes ningún derecho a abrazarme, ni a tocarme de la forma en que lo estás haciendo, así que suéltame.
El simplemente se encogió de hombros haciendo que la camisa fluyera a través de sus pesados músculos y siguió abrazándola fuertemente.
Fuera del escudo de Ashleton los vampiros renegados detuvieron su vuelo a escasos pasos, siseando y gruñendo contra la barrera que aparentemente no los dejaba continuar, los más intrépidos trataron de pasarla, pero parecía como si se quedaran pegados en una enorme red de araña que al tacto pasaba electricidad por sus cuerpos. Una vez tocaban aquella red no podían soltarse de ella, la electricidad crujía a lo largo del escudo hasta que empezó a elevarse un olor a carne chamuscada y a algo parecido a huevos podridos mientras los cuerpos eran totalmente carbonizados hasta convertirlos en cenizas.
Sasha miraba fascinada hacia la red, para nada intimidada con lo que estaba pasando, Gabriel no pudo soportarlo y volteó la cara hacia atrás, para observar un grupo de gente acercándose a ellos, eran muchos, asustado se revolvió tratando de soltarse de la mano que lo sostenía, dispuesto a salir corriendo, sus instintos de supervivencia estaban primando por encima de todo.
—No les temas, ellos son como nosotros —dijo el hombre sin dejar de mirar a Sasha, quien ante aquellas palabras abrió los ojos y se puso absolutamente pálida

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