viernes, 12 de agosto de 2011

Capitulo 11 - La Batalla


CAPITULO 11 – LA BATALLA

Desde la altura en que se encontraban ubicaron fácilmente el punto crítico de la batalla, una nube de polvo se elevaba hacia el cielo infinito, haciendo poco visible lo que ocurría, Sasha estaba preocupada por sus tíos. El ruido incesante del choque de los metales, los estertores de agonizantes voces moribundas, diferentes matices de rojo teñían el suelo, sangre espesa se movía a través del suelo. En una esquina Sasha vio a Lilith peleando contra tres Renegados, su cuerpo deslizándose en una danza de muerte, la espada en alto con la sangre derramándose a lo largo de ella, con un giro de su muñeca una cabeza salió volando y con otro giro un estómago fue cruzado… los intestinos derramándose y sumándose al desastre sangriento que cultivaba el piso. El tercer vampiro volvió los ojos hacia Lilith, y con un grito de furia proyecto la espada hacia su cabeza. Como un fugaz destello Johann colocó su propia espada salvando a su hermana de una muerte segura, movió su peso hacia el vampiro renegado destazándolo en un solo movimiento, donde había un vampiro quedaron dos partes separadas. Como si lo hubieran sincronizado, Johann y Lilith se pusieron espalda contra espalda, sus movimientos coordinados azotaban al enemigo sin darles cuartel.
Sasha y Angus desenfundaron al mismo tiempo sus espadas, aterrizando en medio del caos, uno de los Renegados se abalanzo sobre Sasha con sus colmillos totalmente desenfundados, sus ojos rojos refulgían en medio de la noche. Con el brazo derecho Angus tomó la cintura de Sasha moviéndola lejos del Renegado y proyectó con la mano izquierda una onda expansiva que lanzó,  no sólo al atacante, sino a los de su alrededor a mas de 5 metros, cayendo de forma abrupta en el suelo.
Sasha se desembarazó del brazo de Angus para recibir la estocada de otro Renegado, el golpe tan fuerte que su espada vibró, su brazo tembló y su hombro palpitó dolorosamente. Haciendo caso omiso del dolor y de la intensa angustia al pensar en que les hicieran daño a sus amigos y familia, bloqueó todo, enfrascándose en su propia batalla, apartando las sensaciones, los sentimientos y buscando ese lugar frío y tranquilo en su interior que la ayudaba en la lucha. Una vez se tranquilizó y todo en su interior se endureció, rechazó el golpe del Renegando dándole un puño con la empuñadura de su espada rompiendo la nariz de su atacante, una fuente de sangre broto y una maldición salió de los labios del agredido.
Como agua líquida Sasha se movió entre la batalla, tan veloz como el pensamiento. Angus la observaba extasiado ante su mortal belleza, sus ojos estaban plateados, una hermosa amazona trayendo la muerte a sus enemigos, totalmente concentrada en la batalla. Aprovechando ese momento de distracción uno de los Renegados se acercó demasiado a él; gracias a sus reflejos Angus esquivó la espada que iba contra su corazón pero no evito que lo rozara, la espada se hundió en su brazo, haciendo una herida en el bíceps, sangre caliente fluyó por el brazo cayendo hacia el piso. Afianzando su mano en la espada, Angus traspaso al vampiro hasta que el metal sobresalió por su espalda.
Sasha estaba peleando contra dos vampiros cuando una esencia conocida se sintió en el aire, algo delicioso que ya había probado. En medio de todos los olores por las mezclas de sangre y fluidos corporales reconoció un olor que paladeo en su lengua… la sangre de Angus. En ese mismo momento Angus estaba herido o quizá muerto. ¡Muerto…! la idea la asustó primero y después la llenó de infinita furia. La energía se movió a través de ella, rompiendo a su alrededor, haciendo que un temblor sacudiera la tierra y las casas cercanas, erizando los vellos de su nuca. Sus ojos se volvieron aún más plateados y su cabello ondeaba a su alrededor guiado por la energía. El Renegado contra el que estaba peleando detuvo su ataque, sus ojos rojos se ampliaron mientras el terror se reflejaba en ellos.
—¡Oh, por Caín!, eres tú. —dijo, su voz temblorosa reflejando lo que Sasha leía en su mirada. — ¡LA ELEGIDA! —su grito se extendió hacia la batalla, haciendo que todos se detuvieran en sus puestos, congelados en el tiempo y el espacio.
—¿Qué han hecho? —dijo Sasha en un gruñido. —¿Qué le han hecho a mi Angus? Los matare y me bañare en su sangre, han matado lo más sagrado para mí, nada me queda más que hacerles daño.
Sasha extendió su brazo hacia delante, su palma dirigida a uno de los  Renegados que la miraba estupefacto. Ella empezó a cerrar lentamente su puño, al mismo tiempo que el vampiro se fue recogiendo en sí mismo, como si el puño de Sasha fuera enorme y el vampiro no fuera más sino un papel para desechar, cuando el puño de Sasha estuvo totalmente cerrado, el vampiro no era más que una bola de carne y sangre que aún palpitaba.
Sasha dirigió su palma hacia otro de los Renegados, ella la levantó hacia el cielo y luego hacia el vampiro, un rayo rasgo el cielo pasando de nube en nube hasta quedar encima del señalado y entonces el rayo bajo a tierra con todo su poder partiendo al Renegado en dos, dejando en el aire el olor a carne quemada y un grito agónico, moribundo y ahogado.
Los demás Renegados observaron todo con los ojos desorbitados, el miedo pulsando en ellos tan fuerte que permeaba el ambiente con ese sentimiento, se arrodillaron frente a ella sus espadas puestas al frente.
—Perdónanos, por favor.
—No hay perdón, no hay nada en mí para ustedes.
Sasha movió su brazo de izquierda a derecha y todos los Renegados salieron despedidos por el aire. En ese momento Angus se acercó a ella lentamente, tratando de tranquilizarla, ya antes la había visto en esta condición y sabía que Sasha era totalmente inestable mientras estuviera en este estado.
—Sasha, amor, mírame, estoy aquí.
—No, Angus, no, estás muerto. —Una lágrima resbaló por su mejilla —Cobrare venganza por tu muerte, nadie, nada quedará en pie.
Angus se aproximó aún más hacia ella hasta que la tocó, colocó la palma de su mano en la cara de Sasha, su otra mano en la cintura envolviéndola hacia su espalda para acercarla a él, corriendo sus dedos a través de su mejilla limpió las lágrimas que seguían surgiendo en sus hermosos ojos.
—Estoy aquí contigo y siempre lo estaré, fue sólo una herida, nada más. Sentiste el olor de mi sangre y pensaste que algo me había pasado, pero no me sucedido nada cariño. Vamos tranquilízate. —diciendo esto la abrazó.
Sasha volvió lentamente a su conciencia, la energía que había liberado volvió a ella, acomodo su rostro en el amplio pecho de Angus y empezó a llorar desconsoladamente, mientras Angus la abrazaba más fuerte y le susurraba palabras de consuelo y apoyo.
Angus levantó su rostro y la besó suavemente, tratando de consolarla, separándose del beso, volvió a acomodarla contra su pecho, feliz de sostenerla entre sus brazos y que ella le permitiera abrazarla.
A su alrededor todo había cambiado, el equipo de apoyo había llegado finalmente, los Renegados fueron voluntariamente con ellos, agradecidos por haberse librado de la sentencia de muerte que les había otorgado La Elegida. Johann y Lilith se acercaron a ellos con una mirada incierta en el rostro.
—¿Están bien? —preguntó Lilith
—Sí, ella está bien, solo necesita descansar, voy a llevarla a su cuarto. —dijo Angus.
—Angus tienes que atender la herida, es terriblemente profunda y también tienes que descansar para que puedas curar —exclamó Johann —nosotros nos encargaremos de ella.
—No, no voy a dejarla, en este momento nada ni nadie me importa más que ella, así que voy a llevarla yo mismo.
—Necesito hablar contigo seriamente Angus, y esta vez no me vas a dar excusas —dijo Johann
—No necesito esta mierda tuya en este momento, primero esta Sasha después tendrás todo el tiempo para patearme el culo, pero no pienso retroceder en esto.
Con esta última frase Angus tomó en sus brazos a una sollozante Sasha, acunándola contra su pecho, el brazo le dolía terriblemente, pero le dolían aún más las lágrimas que seguían brotando de sus ojos, a él no le importaba nada más que ella. Y así, tomando una decisión inesperada, tomó rumbo para su casa en lugar de la casa de Sasha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario