viernes, 8 de julio de 2011

Capitulo 10 - El Escudo cae

CAPITULO 10 – EL ESCUDO CAE

Sasha se encontró caminando sin que se diera cuenta, su mente iba a la deriva como en un sueño, la voz la guiaba en el camino. Sus pies descalzos se arrastraron por la hierba húmeda dirigiéndose al origen de aquella voz, sin control de su propio cuerpo se vio conducida hacia el Altar Máximo. Trató de sustraerse de lo que le mandaba la voz, pero realmente era más fuerte que ella.
Lentamente se acercó al Altar donde descansaba el Primero, así le dijo Gat que se llamaba, el ser supremo, el primer vampiro de la historia “Qáyin, Qāyin, Hābīl”, esos eran sus nombres más antiguos, la humanidad lo conocía como Caín, el maldito de Dios, obligado a vagar por la eternidad en la tierra por asesinar a su querido hermano. Él era el Padre y creador de todos los vampiros.
Subió los pequeños peldaños que la acercaban al lugar donde el Primero descansaba en su letargo de siglos. En el centro del Altar se erigía una especie de ataúd de mármol ricamente decorado, de un momento a otro éste se elevó hasta la altura del estómago de Sasha
—¿Mi señor me llamaba? —dijo Sasha. Las palabras se deslizaron de sus labios como si siempre hubieran estado allí, apenas contenidas.
Si mi pequeña, estoy débil y necesito de ti, hace mucho tiempo no me alimento, la sangre de mis hijos e hijas se ha debilitado con el paso del tiempo… pero en ti corre fuerte y vigorosa, necesito un poco de ella, pero tienes que dármela por voluntad propia.
Su voz la embargó de un extraño sentimiento de paz, era tan conocida, despertaba un sentimiento familiar en ella, como si conociera a esa persona de toda la vida, algo dentro de ella floreció con tan sólo el acento de esa voz.
—¿Mi señor sabe que aún no he despertado del todo? ¿Qué sucedería si mi sangre en lugar de causarle un beneficio, lo dañara? ¿No puede mi señor esperar un tiempo mientras finalmente despierto?  —otra vez la voz de Sasha salió sin que ella tan siquiera pensara en las palabras
No, no puedo, estoy demasiado débil y el tener constantemente el escudo de Ashleton sobre nosotros ha mermado mis Poderes debo alimentarme, sabes que para mí es suficiente con unas pocas gotas, soy tan antiguo que eso es suficiente. Cuando Angus y tú despierten y se unan ya podre estar más tranquilo. Ven mi pequeña a mis brazos.
—Mi señor sabe que no quiero ofenderlo, pero me ofrezco a darle lo que solicita si lo toma de mi muñeca. Soy de una única persona y solo él puede sostenerme en sus brazos.
Sí, me ofendes, sabes que nunca te obligaría a nada. Rápido Sasha, el escudo acaba de caer, los Renegados están entrando a este lugar, este pequeño remanso de paz, sabes que la ciudad de Enoch caerá si ellos entran.
—Si Padre, lo sé, toma lo que libremente te ofrezco.
Sasha acercó su brazo al altar, la tumba donde Caín reposaba se abrió lentamente mostrando al Primero en toda su magnificencia.
Después de todos aquellos siglos, Caín era aún un espectacular hombre aunque muy diferente a todos los demás, el Poder y la Antigüedad se abrazaban a él como si fuera una segunda piel, su cuerpo atlético se observaba por debajo de la bata turca que vestía. Era demasiado intimidante con sus más de 2 metros de altura, su piel era extremadamente blanca, su cabello rubio-rojizo caía en bucles alrededor de su cuerpo hasta sus tobillos. Abrió sus almendrados ojos cambiantes, diferentes colores se arremolinaban en ellos, pasaban de un negro como la noche más oscura a un espectacular dorado como el sol de un día de verano. La marca en su frente que lo distinguía como maldito ondulaba entre un sol radiante y una luna llena. Sasha se acercó a él e inmediatamente una mano de Caín abrazó su muñeca como un torniquete. La acercó a sus labios mientras los colmillos salían de sus fundas y tomaba la sangre que tanto necesitaba.
Caín la soltó un momento después, su piel había cambiado a un más lozano color y un rubor teñía sus mejillas.
—Gracias hija, ahora oye mi orden, olvida por el momento lo que ha pasado aquí, tu mente aún no puede asimilar todo esto, cuando despiertes los recuerdos regresaran a ti.
—Si mi señor, como usted ordene.
—Sasha, hay Renegados dentro de la ciudad, avisa a todos para que vayan por ellos, no quiero que mueran más de mis hijos. Esto es lo único que recordaras.
—Si Padre, haré lo que me mandes.
—Ahora seguiré descansando, ve mi pequeña, rápido antes que suceda alguna tragedia mayor.
Sasha salió apresuradamente del Altar Mayor sin saber exactamente que estaba haciendo allí, la sensación de peligro permeaba el aire, sabía que los Renegados habían entrado a la ciudad, tenía que encontrar a su familia y avisarles, tenía que ir rápidamente por sus armas.
Sasha no supo en qué momento dejó de correr para elevarse en el aire y surcar el cielo, tal como había hecho Angus el día que la había encontrado, la urgencia era tal que olvidó totalmente su miedo a las alturas y rápidamente descendió en la casa. Entró rápidamente y llamó a gritos a su familia.
—¿Qué pasa? —dijeron al unísono Johann y Lilith
—El escudo cayó por unos instantes y los Renegados ingresaron a nuestra ciudad
—¿Cómo lo sabes? —preguntó una voz a su espalda, la voz de Angus.
—No sé y en este momento no nos interesa, lo único que debe importarnos es que lo sé. Vamos, debemos ir antes que ocurra una tragedia, no quiero que a nadie le ocurra lo que nos ocurrió a Gabriel y a mí.
Sasha subió a su habitación y se colocó rápidamente sus armas y salió apresuradamente de la casa, los demás ya estaban en movimiento, el único que esperaba por ella era Angus.
—¿Por qué no fuiste con ellos?
—Porque mi primer prioridad es protegerte a ti.
—Te lo agradezco pero me sé defender sola, no es necesario que me sirvas de guardaespaldas.
—Vamos Sasha, mientras estas aquí tratando de sacarme de mis casillas, alguien puede estar muriendo, debemos correr, Johann llamó a Nandy y ella le avisó a todos los miembros del Concejo. Los refuerzos están en camino.
Sin ningún aviso Sasha se elevó en el cielo, dejando a Angus con la boca abierta
Oh no, pensó Angus, empiezan a verse los primeros efectos de mi sangre en ella.
Deshaciéndose de ese pensamiento, Angus también se elevó junto a ella rumbo a la batalla.